Desde 1960 la huella de carbono en la alimentación se dispara
En un momento como el actual, donde se están promoviendo políticas internacionales para generalizar sistemas agroalimentarios más sostenibles y saludables, las conclusiones de este informe adquieren una especial relevancia. La huella de carbono en la alimentación es otro factor más a tener en cuenta en las medidas de reducción que debemos plantear.
Alberto Sanz Cobeña y Eduardo Aguilera, profesores e investigadores de la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y adscritos al CEIGRAM, han concluido con la publicación del informe científico Emisiones de gases de efecto invernadero en el sistema agroalimentario y huella de carbono de la alimentación en España.
Como hemos hablado en anteriores artículos, puedes conocer el concepto de huella de carbono. En este trabajo, los investigadores de la UPM han estimado la huella de carbono del sistema agroalimentario y la huella de carbono en la alimentación de la población residente en España. Han tenido en cuenta tanto las emisiones de GEI generadas en campos de cultivo y granjas, como las que se producen en la fabricación de insumos agrícolas, como pueden ser fertilizantes, la producción de electricidad o la importación de materias primas para la producción de piensos.
Para ello se ha empleado el Análisis de Ciclo de Vida (ACV), una metodología que cuenta con el respaldo dentro de la comunidad científica. A la hora de llevar a cabo los análisis, se han utilizado distintos cortes temporales. Este análisis será parte de nuestros siguientes artículos.
Las conclusiones del estudio muestran que la huella de carbono de la alimentación en España, teniendo en cuenta todo el proceso hasta la gestión de residuos, se ha multiplicado por 4 en términos totales y por 2,5 en términos per cápita entre 1960 y 2010, pasando de 1,5 a 3,6 toneladas CO2e per cápita al año.
Además, las emisiones de GEI de la producción vegetal se han multiplicado por 5, pasando de 7 a 34 millones de toneladas anuales de CO2e. Actualmente dominan las emisiones debidas a la tracción mecánica, la energía y el metano de los embalses del riego, la producción de fertilizantes y el óxido nitroso liberado en suelos agrícolas fertilizados.
Por otro lado, la industrialización agraria también ha supuesto un aumento de la productividad, que ha llevado a una reducción de la huella de carbono por unidad de producto en la mayoría de los cultivos a partir de 1990. En cuanto a las emisiones de la producción ganadera, se han incrementado respecto a los niveles de principios del siglo XX, pasando de 8 a 75 millones de toneladas anuales de CO2e.
Este trabajo surge en un momento en el que hay gran preocupación por implementar políticas internacionales que generalicen sistemas agroalimentarios más sostenibles y saludables. Es el caso de la Estrategia de la Comisión Europea, Farm to Fork Strategy: for a fair, healthy and environmentally-friendly food system, en el marco del Pacto Verde Europeo. Finalmente, los resultados y conclusiones del presente informe coinciden con las propuestas del IPCC contenidas en su informe Climate Change and Land, sobre “Cambio Climático y Uso de la Tierra”, publicado en 2019, en el que, entre otras cuestiones, se destaca la importancia de reducir las emisiones en el sistema agroalimentario
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