El sector textil es uno de las más contaminantes del mundo, teniendo en cuenta el gasto de agua y la huella de carbono.
Vivimos en un mundo de grandes ciudades y consumos, y ritmo frenético. La mayoría de los bienes de consumo que están presentes en nuestras vidas tienen una huella de carbono demasiado elevada como para ser sostenible. Y es especialmente elevada la huella de carbono en el sector textil. Y no van en la línea de los objetivos que hay marcados en la mayoría de países como España a 2030 y a 2050.
En las sociedades occidentales consumimos demasiado ropa. A todos nos gusta comprar y estrenar ropa nueva ya que es algo gratificante. Pero tenemos mucha más ropa en el armario que no necesitamos. La industria textil tiene consecuencias para el medio ambiente y cambio climático. Para hacernos una idea, cada año, se produce lo equivalente a 1200 millones de toneladas de C02. Este es un dato que está en continuo crecimiento y que demuestra que la industria textil es una de las más contaminantes del mundo, teniendo en cuenta el gasto de agua y la huella de carbono.
La deslocalización ha propiciado prendas más baratas, que a finales del siglo pasado y que la mayoría de las fábricas que hay en el mundo estén situadas en Asia.
La mayoría de prendas de vestir vienen de China e India, donde la energía proviene en gran parte de centrales eléctricas de carbón, que hace que la huella de carbono de cada prenda, aumente.
Sin embargo, muchos consumidores, empresas e instituciones se han dado cuenta de que esto no es sostenible y se están modificando los hábitos de consumo. Los consumidores están más dispuestos a pagar más por la moda sostenible y buscan activamente estas etiquetas y certificaciones que demuestran que una marca lo es.
Una forma de concienciar a los consumidores y empresas sería mostrar el recorrido que tiene la ropa y las fibras textiles. En Europa, uno de los puertos que recibe más cantidad de textiles provenientes de China, es el de Nápoles.
La larga cadena de suministro de la industria textil conlleva la agricultura, la producción de fibras, la fabricación, la distribución, la comercialización y el consumo. En muchas ocasiones, estas cadenas de suministro pasan por muchos países e incluso en ocasiones, dan la vuelta al mundo.
Por otro lado, los materiales que se eligen para fabricar la ropa tienen mucho peso en las emisiones. Si hacemos una comparación, una camiseta de poliéster emite 5’5 kg de C02, mientras que una de algodón solo emite 2’1 kg.
Y la producción de ropa, en la que se incluye también el cultivo de algodón utiliza unos 93 millones de metros cúbicos de agua por año. Esto representa el 4% de la extracción mundial de agua dulce. Aunque como hemos mencionado antes, el algodón tiene menos huella de carbono que el poliéster, pero en cambio necesita más agua para producirse.
Y, por otro lado, habría que sumar lo que supone lavar la ropa en la lavadora que son alrededor de 20 mil millones de metros cúbicos de agua cada año en el mundo.
¿Pero qué se podría hacer para reducir las huellas de carbono e hídricas?
Por ejemplo, fomentar la compra de ropa de segunda mano. Internet lo ha hecho más accesible para todo el mundo y cada vez está más de moda con plataformas que se dedican a la venta de estos productos.
También que los productores de fibra pueden fabricar con fuentes sostenibles, es decir, aquellas que están certificadas y controladas, y que tienen sistemas de ciclo cerrado que evitan el desperdicio. Además, la mayoría cuenta con un procesamiento sostenible de biomasa que utilizan como fuente de energía renovable. Estos productores también generan celulosa (a base de madera) y esta se presenta como una de las soluciones, ya que reduciría la huella de carbono e hídrica considerablemente, en el proceso de fabricación de la ropa.
Otra de las soluciones para reducir la cantidad de agua y energía empleada, es con la impresión digital.
Por otro lado, fabricar productos de secado rápido y resistentes a lavados a bajas temperaturas, podría ser una de las mejores ideas para reducir la huella de carbono e hídrica, ya que el uso y el lavado es determinante para saber el impacto de esta industria en el cambio climático. En esta misma línea, reciclar el algodón y poliéster usado para conseguir nuevas fibras y prendas, es una buena idea, ya que genera menos emisiones que hacer la fibra desde el principio/desde 0.
Como consumidores, deberemos tener en cuenta la lavadora que tengamos (más eficiente o menos) y los programas que utilicemos, de agua más fría o más caliente.
Y también tenemos que tener en cuenta los materiales con los que fabricamos. Según un estudio de Made-by, organización europea de moda sostenible, los mejores materiales, que menor huella de carbono emiten, para fabricar una camiseta son algodón ecológico, con 3’09 kg de C02, plástico PET de botellas (3’29kg), algodón convencional (3’87kg) y por último algodón reciclado (3’99 kg)
Hay otras alternativas de producción local o de cercanía. Marcas que lanzan drops (Un lanzamiento muy limitado y acotado en el tiempo de una prenda o una colección.) Producen bajo demanda y con prendas hechas a mano para que la producción no sea tan masiva, y se aprecie como de más valor. Y se envía la prenda o se ofrece un pick and collect cuando está terminada.
Marcas que quieren que lo que es bueno para el planeta, lo sea bueno para ti también. Reducen el impacto ambiental, con prendas recicladas, de ropa o materiales plásticos. De esta manera, se reduce el agua empleada y el C02.
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